El hueso de pene de perro: Evidencia de rituales de fertilidad en la Britania romana
En el corazón de Surrey, Inglaterra, un hallazgo arqueológico sin precedentes arroja luz sobre las prácticas espirituales y rituales de la Britania romana. En un pozo de cantera de 13 pies de profundidad, un hueso peneano de perro pintado, el primero de su tipo, ha capturado la atención de investigadores por su potencial conexión con rituales de fertilidad. Este artefacto singular se destaca como un testimonio de las creencias y costumbres que definieron a esta sociedad antigua.
El pozo, descubierto en el vecindario de Ewell en 2015, forma parte de una cantera romana que ha proporcionado una rica colección de restos humanos y animales. En el sitio se encontraron alrededor de 300 animales domésticos, entre ellos cerdos, caballos, vacas, ovejas y perros. Sin embargo, lo que intriga a los arqueólogos es que la mayoría de estos animales no presentaban signos de enfermedad, sacrificio ni quemaduras, lo que sugiere un propósito ritual en su entierro.
De manera notable, muchas de las razas de perros halladas no eran de caza o pastoreo, sino razas pequeñas como terriers y corgis. Además, el pozo contenía esqueletos humanos desarticulados y una inusual cantidad de animales recién nacidos o perinatales, lo que apunta a una crianza intencional con fines ceremoniales.
El protagonista de este descubrimiento es un hueso peneano de perro, conocido como baculum, que fue pintado con ocre rojo antes de ser arrojado al pozo. Según un estudio reciente publicado en el Oxford Journal of Archaeology, la bioarqueóloga Ellen Green utilizó fluorescencia de rayos X para confirmar que el óxido de hierro, responsable del color rojo, no se encuentra naturalmente en el sitio de Nescot, lo que indica que el pigmento fue aplicado deliberadamente.
“La aplicación intencional de ocre rojo sugiere un propósito simbólico y ritual en el uso de este objeto”, explica la Dra. Green. Este pigmento, comúnmente asociado con prácticas ceremoniales en diferentes culturas antiguas, refuerza la teoría de que el hueso pintado pudo haber sido un amuleto de buena suerte vinculado a ritos de fertilidad.
Un símbolo de fertilidad y espiritualidad
En la Britania romana, animales como perros y caballos ocupaban un lugar central en las creencias simbólicas. Los perros estaban estrechamente relacionados con la fertilidad, la protección y la sanación, y a menudo se asociaban con diosas madres, figuras que representaban la regeneración y la abundancia. Por su parte, los caballos estaban vinculados con Epona, la diosa de la fertilidad y el más allá.
La abundancia de restos de animales perinatales, incluidos 14 potros, sugiere una conexión directa con ceremonias de fertilidad. Esta práctica podría haber reflejado un esfuerzo por propiciar la abundancia y la prosperidad mediante el simbolismo animal y los rituales votivos.
Aunque el propósito exacto del baculum pintado sigue siendo un misterio, este hallazgo es una ventana fascinante a la vida espiritual de los britanos romanos. Representa una amalgama de simbolismo, ritual y práctica cotidiana, uniendo los aspectos terrenales y sagrados de una cultura que buscaba equilibrar la fertilidad, la protección y el renacimiento.
El hueso pintado no solo es un artefacto arqueológico; es un testimonio tangible de las complejas creencias y rituales que definieron la Gran Bretaña romana, recordándonos que, incluso en los detalles más pequeños, los antiguos buscaban conectarse con lo divino.