Tartessos, una civilización que floreció en el suroeste de la Península Ibérica entre los siglos IX y V a.C., ha fascinado a historiadores, arqueólogos y amantes de los enigmas históricos durante siglos. Considerada por los griegos como la primera civilización de Occidente, Tartessos es un crisol de historia y mito, donde la realidad se entrelaza con leyendas como la de la Atlántida o los trabajos de Hércules. A pesar de los avances arqueológicos recientes, su origen, esplendor y desaparición abrupta siguen siendo un rompecabezas. Este artículo explora la información disponible sobre Tartessos, desde las fuentes escritas de la antigüedad hasta los hallazgos arqueológicos modernos, para desentrañar los misterios de este reino perdido.
Tartessos se desarrolló durante el Bronce Tardío y la primera Edad del Hierro, en una región que abarcaba principalmente Huelva, Sevilla, Cádiz y Badajoz, con influencia cultural en áreas vecinas como Málaga, Jaén y el sur de Portugal. Su ubicación estratégica, cerca de las Columnas de Hércules (el actual Estrecho de Gibraltar), la convirtió en un centro comercial clave en el Mediterráneo. Los griegos, como Heródoto, y los romanos, como Plinio el Viejo, describieron Tartessos como un emporio de gran riqueza, asociado a menudo con el río Tartessos, identificado generalmente como el Guadalquivir, aunque algunos estudiosos sugieren que podría ser la confluencia de los ríos Odiel y Tinto en Huelva.

La civilización tartésica no surgió de la nada. Fue el resultado de un proceso de aculturación entre pueblos indígenas ibéricos y colonizadores fenicios y griegos. Los fenicios, establecidos en la Península desde el siglo VIII a.C., fundaron emporios como Gadir (Cádiz) y comerciaron intensamente con los tartesios, introduciendo tecnologías avanzadas y nuevos productos. Los gruegos focenses comerciaban activamente con Tartessos desde el siglo VII a.C., estableciendo posibles asentamientos en la región alrededor del 600 a.C., dejando un legado de cerámicas y objetos que reflejan una cultura sofisticada. Esta mezcla cultural dio lugar a una sociedad urbana con ciudades-estado gobernadas por monarcas, como el legendario Argantonio.
La riqueza de Tartessos: Metalurgia y comercio
La base de la prosperidad tartésica fue su riqueza en metales, especialmente oro, plata, cobre, estaño y plomo. La región de Huelva y el alto Guadalquivir eran particularmente ricos en plata, mientras que el oro abundaba en los ríos del sur y oeste peninsular. El estaño, esencial para la producción de bronce, era un recurso codiciado que atraía a comerciantes fenicios y griegos. Según el historiador Éforo (siglo IV a.C.), Tartessos era un mercado próspero donde se comerciaba con metales provenientes incluso de tierras celtas.
El tesoro de El Carambolo, descubierto en 1958 en Camas (Sevilla), es una de las evidencias más espectaculares de la maestría tartésica en orfebrería. Este conjunto de joyas de oro, datado en el siglo VII a.C., refleja influencias fenicias pero también elementos locales, como la simbología de la piel de toro, asociada al mito de Gerión. Sin embargo, algunos arqueólogos, como Araceli Rodríguez y Álvaro Fernández, sostienen que el tesoro podría ser de origen fenicio, lo que ha generado debates sobre la identidad cultural de Tartessos. Esto se debe a que las técnicas de orfebrería y la iconografía del tesoro muestran influencias fenicias, aunque su hallazgo en un contexto tartésico sugiere una producción local o una fuerte aculturación. Otros yacimientos, como las tumbas de Aliseda (Cáceres) y La Joya (Huelva), también han revelado objetos suntuosos que confirman la opulencia de esta civilización.
El comercio con fenicios y griegos no solo enriqueció a Tartessos, sino que también transformó su sociedad. La introducción de la agricultura intensiva, la ganadería y la pesca, combinadas con técnicas metalúrgicas avanzadas, permitió el desarrollo de una economía diversificada. Tartessos exportaba metales y productos agrícolas, mientras importaba cerámicas griegas de alta calidad, algunas creadas por artistas reconocidos de la época.
Sociedad y cultura
Tartessos era una monarquía con leyes escritas en verso grabadas en tablas de bronce, según Estrabón, quien menciona una tradición legislativa que se remontaba a 6000 años (probablemente años o meses lunares, equivalentes a unos 500 años). El rey más conocido es Argantonio, descrito por Heródoto como un monarca que vivió 120 años y reinó 80, desde aproximadamente el 630 al 550 a.C. Su longevidad, probablemente mítica o simbólica, podría reflejar una dinastía o un título real, como era común en las narrativas de la antigüedad. Argantonio fomentó el comercio con los griegos focenses, ofreciéndoles incluso asentarse en su reino para escapar de la presión persa. Tras su muerte, las referencias a Tartessos disminuyen, marcando el inicio de su declive.
La mitología también desempeña un papel crucial en la identidad tartésica. Figuras como Gerión, un gigante tricéfalo asociado al décimo trabajo de Hércules, y Gárgoris y Habis, reyes mitológicos que introdujeron la agricultura y la apicultura, reflejan una rica tradición oral. La diosa fenicia Astarté, representada en el “Bronce Carriazo” como diosa de las marismas, era una deidad prominente, evidenciando la influencia religiosa oriental.

Tartessos desarrolló un sistema de escritura propio, conocido como tartésico, con 97 inscripciones identificadas. Aunque aún no se ha descifrado completamente, se cree que podría ser una escritura silábica o alfabética, influida por el sistema fenicio, lo que refleja la interacción cultural de Tartessos. Esta escritura, junto con las representaciones artísticas y los rituales, como los sacrificios masivos de animales encontrados en Cancho Roano, sugiere una sociedad compleja con una fuerte identidad cultural.
Principales yacimientos arqueológicos
Los hallazgos arqueológicos han sido fundamentales para desentrañar la historia de Tartessos. Más de 20 yacimientos han sido identificados en España, con tres excavados intensamente en el Valle del Guadiana: Cancho Roano, Casas de Turuñuelo y La Mata.
Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz): Descubierto en 1978, este yacimiento contiene los restos de tres templos superpuestos, el más reciente del siglo VI a.C. Los arqueólogos hallaron evidencia de un ritual en el que los tartesios sacrificaron animales, consumieron sus restos y sellaron el templo con arcilla tras incendiarlo, dejando herramientas de hierro y joyas de oro.
Casas de Turuñuelo (Guareña, Badajoz): Este sitio ha proporcionado algunos de los descubrimientos más revolucionarios, incluyendo los primeros rostros escultóricos tartésicos, presentados en 2023, y una placa de pizarra grabada con escenas de combate. La fachada monumental de la puerta este sugiere una arquitectura sofisticada.
El Carambolo (Camas, Sevilla): Además del tesoro, este yacimiento ha revelado estructuras que podrían ser un templo o un palacio, aunque su origen (tartésico o fenicio) sigue en debate.
Otros sitios, como el Cabezo de San Pedro (Huelva), Carmona (Sevilla) y Asta Regia (Cádiz), han aportado cerámicas, tumbas y objetos que refuerzan la idea de una civilización avanzada. La posible localización de un puerto tartésico en Huelva podría aclarar el papel de Tartessos como centro comercial.
El declive de Tartessos
La desaparición de Tartessos alrededor del siglo V a.C. es uno de sus mayores enigmas. Varias teorías intentan explicarla:
Crisis Comercial: La Batalla de Alalia (535 a.C.), donde cartagineses y etruscos derrotaron a los griegos, cortó las rutas comerciales griegas hacia Iberia, debilitando la economía tartésica. La pérdida del monopolio del estaño, tras el acceso de Massalia y Gadir a fuentes británicas, también pudo contribuir.
Agotamiento de Recursos: El agotamiento de las vetas de minerales, especialmente la plata, pudo haber socavado la base económica de Tartessos.
Catástrofes Naturales: Algunos investigadores, como Sebastián Celestino Pérez, sugieren que un terremoto seguido de un tsunami en el siglo VI a.C. pudo haber destruido puertos clave, como el de Huelva, precipitando el colapso.
Cambios Climáticos: Inundaciones continuas o un cambio climático gradual podrían haber afectado la agricultura y los asentamientos, especialmente en las marismas del Guadalquivir.
Tras su declive, la región fue absorbida por influencias púnicas y, más tarde, romanas. Los romanos hallaron una región llamada Turdetania, habitada por posibles descendientes de los tartesios, y renombraron el río Tartessos como Betis (Guadalquivir).
Tartessos y la leyenda de la Atlántida
La conexión entre Tartessos y la Atlántida, propuesta por Platón en sus diálogos Timeo y Critias, ha alimentado especulaciones. Algunos autores, como Aristóteles, asociaron Tartessos con una gran isla rica en recursos más allá de las Columnas de Hércules. Aunque esta hipótesis carece de fundamento arqueológico y es considerada especulativa por la comunidad académica, el aura mítica de Tartessos como un “El Dorado” del Mediterráneo ha persistido. Adolf Schulten, en el siglo XX, buscó sin éxito la capital tartésica en Doñana, creyendo que podría estar enterrada bajo las marismas.
Estado actual de la investigación
Los avances tecnológicos, como la reconstrucción 3D y las excavaciones sistemáticas, están arrojando nueva luz sobre Tartessos. Proyectos como los liderados por el CSIC en Casas de Turuñuelo han cambiado paradigmas, revelando una civilización más compleja de lo que se pensaba. Exposiciones recientes, como La Joya. Vida y eternidad en Tarteso en el Museo de Huelva, y la nueva sala sobre Tartessos en el Museo Arqueológico de Badajoz, recientemente inaugurada por el Rey Felipe VI, reflejan el creciente interés por esta cultura.

Sin embargo, muchas preguntas siguen sin respuesta. ¿Dónde estaba la capital de Tartessos? ¿Era una ciudad-estado o un conjunto de principados? ¿Qué relación exacta tenía con la Tarsis bíblica mencionada en el Antiguo Testamento? Algunos estudiosos sugieren que Tarsis, descrita en la Biblia como una tierra rica en metales al oeste del Mediterráneo, podría ser Tartessos, aunque la identificación sigue siendo incierta. La falta de textos tartésicos descifrados y la escasez de fuentes escritas contemporáneas dificultan las respuestas.
Tartessos es un testimonio de la riqueza cultural y económica del suroeste ibérico en la antigüedad. Su legado, visible en tesoros como el de El Carambolo, esculturas como las de Turuñuelo y yacimientos como Cancho Roano, demuestra que no fue solo un mito, sino una civilización vibrante que conectó el Mediterráneo con el Atlántico. Aunque su desaparición repentina y la ausencia de su capital mantienen el misterio, los esfuerzos arqueológicos actuales están acercándonos a comprender quiénes fueron los tartesios y por qué su luz se apagó en las sombras del tiempo. Tartessos, más que un enigma, es un recordatorio de que el pasado aún tiene historias que contarnos, esperando ser desenterradas.
Imagen de portada: Rostro tartésico de El Turuñuelo. (CC BY-SA 4.0)